Se estima que cerca de 10% de la población sufre de fobias.
Los pacientes con cuadros fóbicos consultan poco al psiquiatra por el temor a
ser etiquetados como "locos", porque no le dan importancia a sus síntomas, o
porque logran manejarlos con actitudes de evasión permanente.
Son más frecuentes en mujeres que en hombres, y los
hombres que las padecen tienen más dificultad en admitir sus temores fóbicos
porque cuestiona su masculinidad.
Según Paolo Zucconi, experto en fobia social, la
educación familiar y escolar es la principal responsable del desarrollo de este
trastorno porque ningún niño nace tímido. Él afirma que “El único temor
congénito es a los ruidos imprevistos. Un niño educado en libertad expresa sin
miedo sus propios deseos y su curiosidad.
El problema surge si no se le enseña
a interactuar cuando es arrollado por sus compañeros más audaces”.
Un error frecuente de los padres es elegir por el
niño, inhibiendo su buen juicio y transmitiéndole la idea de que el
mundo de “allá afuera” puede dañarle. Si además le inculcan el deber de ser
siempre el mejor, le transmitirán inseguridad y ansiedad, que derivará en
infra valoración de sus capacidades y en la obsesión de no agradar a alguien.
Un cierto pudor a relacionarse no es preocupante, a
no ser que la persona se vaya a dedicar a la política o al espectáculo. Ser
reservado permite reflexionar y observar el comportamiento de los demás, y, por
tanto, aprender más. Pero la ansiedad social sí puede tener graves
consecuencias.Una investigación realizada en Estados Unidos, demostró que los
tímidos patológicos ganan menos que sus colegas más desenvueltos. Y, lo peor,
tienen más riesgo de enfermarse, porque las relaciones refuerzan la salud. Los
hombres muy introvertidos tienen incluso problemas con las mujeres: se casan
más tarde... y con menos satisfacción.
Cuando el miedo ataca, lo más fácil es recurrir a
la huída. Se empieza por dejar de buscar amigos, por evitar a las “peligrosas”
personas del sexo opuesto. Y se acaba rehuyendo situaciones que impliquen un
trato directo con la gente... Es un pez que se muerde de la cola: a
menos posibilidades de intercambio social, más torpeza para relacionarse. La
ansiedad puede llevar a recurrir al alcohol o a los estimulantes, que dan en
poco tiempo el valor suficiente para afrontar las situaciones más temidas. Y el
problema se agrava.
El miedo social afecta más a las mujeres que a los
hombres, pero éstos recurren a la ayuda profesional para vencerla. Quizás sea
porque la timidez está más aceptada en las mujeres, mientras que en los
hombres, se considera señal de debilidad. Si un hombre no puede intervenir en
una reunión o hacer valer sus ideas, es más fácil que su malestar le lleve a
recurrir a un especialista.
¿Son en parte culpables?
Investigaciones recientes afirman que las hormonas
del estrés parecen ser, en parte las responsables de la timidez patológica. Los
estudios se realizaron en los primeros meses de vida de unos bebés. Se observó
que algunos de ellos (entre el 10 y 20%) lloraban y padecían aceleración del
latido cardíaco y dilatación de la pupila ante la gente desconocida. Se
interpreto como una señal de ansiedad social. Se supone que esta
reacción está asociada a una vulnerabilidad biológica que afecta a la amígdala
cerebral y a una hipersensibilidad de las catecolaminas (adrenalina y
noradrenalina), las llamadas hormonas del estrés.
¿Cómo ayudarse?
Hay que empezar a “desaprender” el miedo”. El
terapeuta evalúa el grado de timidez y luego analiza sus habilidades sociales,
su nivel de autoestima y su sentimiento de estar observado. El terapeuta
afronta junto al paciente las situaciones más difíciles, de forma gradual, para
que vaya “desensibilizándose”.
Otro sistema es enseñar a escuchar: la persona que
tiene miedo a los demás suele distraer su atención dando vueltas a su aspecto
físico o imaginando las cosas terribles que piensan los otros de él. Para ello
es eficaz la terapia de grupo, que además sirve para entender que no se está
solo ni se es único, y también para aprender a sustituir los pensamientos
negativos por otros positivos.
Cuál es tu grado de timidez: ¿normal, extrema,
miedo social, fobia social?
Te sugerimos algunos trucos para vencerla:
1.- Concéntrate en las personas que tienes en frente y en lo que te
interesa, no en tu aspecto físico y en lo que debas decir.
2.- Evita los pensamientos negativos (“Tengo que estar a la
altura de esta situación; si me equivoco será terrible”. Cámbialos por otros
más realistas (“Si cometo un error, veré la forma de remediarlo”).
3.- Repítete frases positivas. Por ejemplo, “la ansiedad es
necesaria y no siempre se negativa”, “Tengo claro mi objetivo y estoy dispuesto
a conseguirlo”.
4.- No tengas miedo de tus emociones. Si notas que te
ruborizas, si te tiemblan las piernas, díselo a quien tengas delante: te
ayudará a aliviar la tensión y quizás apreciará tu valor y sinceridad.
5.- Aprende a respirar sólo con la nariz, con
calma y de forma rítmica. Controlarás mejor las cosas.
6.- Si en una situación te asusta demasiado, ponte
aprueba con tus amigos para poder afrontar los “exámenes” más difíciles.
7.- Existen remedios naturales contra la ansiedad: melisa,
lúpulo, azahar, espino, valeriana, tila: toma una infusión en lugar del café o
té. Un médico naturista puede decirte la solución más adecuada para ti.
Si el temor a ser observado o juzgado te está
convirtiendo es una ostra, pues ACTÚA....y recuerdas que siempre hay estrategias para salir airoso de las
situaciones sociales más apabullantes....