...Las personas sentimos una fuerte aversión por la pérdida,
hasta el punto que preferimos dejar de ganar con tal de no arriesgarnos a
perder. Esta aversión hace que perdamos la objetividad al evaluar las
consecuencias de nuestras decisiones, e influye poderosamente en nuestra
percepción de la realidad y, por consiguiente, en nuestro comportamiento.
Nos cuesta enormemente reconocer que nos hemos
equivocado en algo y esa dificultad es tanto mayor cuanto más esfuerzo, tiempo
o energía le hemos dedicado a ese algo.
Cuando estamos tomando una decisión deberíamos
limitarnos a los riesgos y oportunidades que ésta pueda
suponer en el futuro. Lo que hayamos hecho o dejado de hacer anteriormente con
relación a ese mismo tema es, lo creas o no, totalmente irrelevante.
Curiosamente, y debido a esta aversión por la
pérdida, no solemos actuar así, sino que incorporamos el pasado al escenario de
nuestra decisión como si fuera parte integrante del presente, “contaminando”
así nuestra decisión futura.
La buena noticia es que podemos librarnos de este
condicionamiento si sabemos que nuestro comportamiento está influenciado por él
y tenemos la voluntad de superarlo.
Se dice que el mejor vendedor es el que antes pierde
una oportunidad de venta. Esto es así porque la tendencia natural es dedicar
cantidades crecientes de tiempo y esfuerzo a fin de “rentabilizar” todo el
tiempo y esfuerzo que has dedicado con anterioridad. Lo inteligente, sin
embargo, es admitir lo antes posible que esa venta está perdida y dedicar todo
el tiempo y esfuerzo disponibles a otras oportunidades de venta.
Por otra parte, los estudios demuestran que
mientras no admites haber perdido sigues justificando la situación y continúas
“apostando” en la misma dirección de tu error, lo cual no sólo hace que cada
vez te resulte más difícil salir de esa espiral, sino que a la larga te
conduce a la catástrofe.
Si por el contrario reconoces que has perdido,
automáticamente dejarás de incluir tus errores pasados a la hora de decidir
sobre tus acciones futuras.
Lo primero que ganas con ello es aumentar
enormemente la probabilidad de que tu decisión sea la correcta.
También ganarás tiempo, todo el que habrías perdido
hasta que la catástrofe no te hubiera dejado más alternativa que admitir tu
fracaso. Seguramente también ganes dinero, todo el que dejarás de perder. Y muy
probablemente ganarás calidad de vida, porque te estarás evitando un buen
número de desilusiones, enfados, frustraciones, relaciones dañadas y oportunidades
desaprovechadas. Saber perder pronto es sin duda productivo.
Al final se trata de vivir la vida con
deportividad. No pasa nada por equivocarse. Todos lo hacemos. Lo realmente
importante es cómo reaccionas cuando te equivocas, cuando pierdes. Puedes negar
la evidencia y echarle la culpa a cualquier factor externo, para poder seguir
profundizando en tu error, o puedes simplemente reconocer que has perdido,
olvidar lo ocurrido y volver a empezar sin el lastre de los errores pasados.
Yo te recomiendo que aprendas a perder. Tienes
mucho que ganar.
Equipo MOTIVACIONALES.CL